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5 de Septiembre 2023
Uno de los muchos valores que aporta embarcarse en el ejercicio de definir la estrategia corporativa es la alineación del equipo directivo. Es tan necesario como sorprendente el valor que aporta al grupo cuando cada miembro del equipo sale de su “departamentalismo” y se pone a pensar en el bien global, sin silos.
Guiamos al equipo no solo en pensar a dónde queremos llegar sino trabajar el cómo, de manera rotunda y realista. Conseguimos que se acuerden unos objetivos que deben ser ambiciosos, pero también creíbles y les “forzamos” a responder el cómo van a lograrlo: con qué recursos, con qué personas, con qué líderes.
Otro punto importante del proceso es la gestión del cambio: ¿qué vas a hacer diferente para conseguir ahora lo que antes no habías conseguido? y también importante, ¿qué vas a dejar de hacer para liberar espacios? Y no nos podemos olvidar, aunque se olvida con demasiada frecuencia, que debemos “enganchar” a toda la organización. La gente debe conocer y validar la hoja de ruta, aunque sea una versión simplificada, pero es muy importante que haya un efecto contagio y que se anime durante el trayecto.
Al final del proceso entregamos el dónde, el cómo, el cuándo y el quien lo debe llevar a cabo. Es un ejercicio absolutamente necesario en entornos cambiantes y se debería trabajar el ejercicio cada cierto número de años (3-5). Además, la nueva estrategia debe
contener la propuesta clara del rol que la compañía quiere desempeñar en materia de sostenibilidad.
Los Resultados y Beneficios después del ejercicio son inequívocos:
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